ESPACIOS HABITACIONALES, DINAMICAS SOCIALES Y CALIDAD DE VIDA
Victoria Eugenia Navarro Herrera
Universidad de Guadalajara
victoria.3k@hotmail.com
Rocío Calderón García
Universidad de Guadalajara
rocio.calderon@redudg.udg.mx
Ciertos individuos o grupos sociales percibirán algo como de calidad, siempre y cuando respondan a sus necesidades y expectativas. De esta afirmación se puede retomar la importancia de indagar acerca de la percepción que el grupo de evaluación tiene sobre los elementos que constituyen sus vida y sobre los cuales define si ésta es o no calidad (Garduño y Calderón, 2012, p.19).
Resumen
El presente trabajo, se propone indagar sobre los aspectos objetivos y subjetivos de las dinámicas sociales en el espacio residencial, y su influencia en la calidad de vida percibida. La intención es reflexionar sobre los patrones de diseño y su relación con el desarrollo de la vida cotidiana de los individuos y grupos, que confluyen en un determinado espacio. Ello a partir del estudio de caso, de los conjuntos habitacionales medios del municipio de Zapopan Jalisco, con la intención de enfocar el diseño del hábitat desde una perspectiva integradora de los aspectos sociales del medio ambiente construido y las soluciones del espacio habitacional.
Palabras claves: Espacios habitacionales, dinámicas sociales, calidad de vida.
Abstract
The present work proposes to investigate on the objective and subjective aspects of social dynamics in the residential space, and its influence on the perceived quality of life. The intention is to reflect on design patterns and their relationship to the development of the daily life of individuals and groups that converge in a given space. From this case study, the mass housing projects of the municipality of Zapopan Jalisco, with the intention of approaching the design of the habitat from an integrative perspective of the social aspects of the built environment and living space solutions.
Key Words:Housing, dynamic social spaces, quality of life.
Fecha recepción: Marzo 2014 Fecha aceptación: Junio 2014
Los criterios de calidad ambiental, aunque centrados generalmente en parámetros objetivos del nuevo ambiente, deben tener en cuenta el grado en que el diseño satisface las necesidades individuales y sociales (Fernández, en Aragonés et al., 2009, p.275).
Introducción
Con base en esta afirmación, el atender la demanda de vivienda, conlleva el observar cualitativa y cuantitativamente los aspectos físicos y sociales gestados en el ambiente residencial, para responder de manera integral los requerimientos del hábitat. Un principio, cuya esencia constituye el eje integrador entre las características del medio ambiente construido, la satisfacción de las necesidades de sus habitantes y el bienestar social.
En este orden de ideas, el responder a las cuestiones gestadas en torno a al espacio habitacional, implica orientar los aspectos arquitectónicos y humanos a la obtención de mejores niveles de calidad de vida. Una tarea, donde se habrán de tomar en cuenta los cambios que a través del tiempo se dan en los estilos de vida de los distintos grupos sociales y contextos, así como, las variables a contemplar en contextos socio-demográficos concretos.
El tema de la habitabilidad, se convierte en punto central del análisis del conjunto de interrelaciones acontecidas, entre los usuarios de la vivienda y su entorno físico y social, como resultado de la extensión de los límites del espacio privado o vivienda, al contexto público inmediato o conjunto habitacional. Lo cual cobra singular relevancia, en los desarrollos inmobiliarios cerrados, por la recurrente proximidad, entre los miembros de una pequeña comunidad.
Se señala por tanto, la valía de adentrase en este campo de estudio, desde una perspectiva conjunta de las ciencias sociales y la arquitectura, para visualizar los matices promovidos por las dinámicas sociales y el uso del espacio, en los conjuntos de vivienda, en un contexto y momento determinado.
Planteamiento
La calidad de vida otorgada por el espacio habitacional, plantea como propósito, adoptar una postura crítica que permita visualizar con claridad los elementos a considerar en los desarrollos de vivienda de los distintos grupos sociales, sobre todo si se toma en cuenta que: "De acuerdo con las proyecciones para la tercera década del siglo, en México habrá más de 45 millones de hogares" (CONAVI, 2008, p.11). Es decir las propuestas de diseño de los espacios habitacionales, deben centrarse en torno a la integración de los aspectos humanos y arquitectónico de cada lugar, para abordar adecuadamente la demanda de vivienda: “Es importante hacer énfasis que cada lugar difiere de otro, por lo tanto se considera inadecuado imponer espacios similares en cada uno de ellos” (Galeana, 2008, p.784,785). En este sentido, se vislumbra la importancia, de promover soluciones de vivienda diferenciadas, capaces de dar respuesta a los aspectos particulares de cada emplazamiento.
El ser humano, como una unión de cuerpo y mente es complejo, ya que esta dualidad, lo lleva a la búsqueda de la satisfacción de necesidades físicas y psicológicas, las cuales toman mayor dimensión en el contexto social donde se desenvuelven: "....podemos concluir que las condiciones de convivencia en los espacios de la vivienda deben garantizar el desarrollo adecuado de los individuos, tanto desde el punto de vista formal como funcional, y esto, está estrechamente vinculado con la dimensión social ..." (Galeana, 2008, p.782). Se trata ciertamente de observar las interrelaciones suscitadas en el contexto social, donde las diferentes características del medio ambiente construido, estilos de vida, cultura y costumbres cobran relevancia en la convivencia cotidiana, y el continuo ajustar con el otro.
En este contexto, se subraya la dimensión social, como un factor fundamental para entender las dinámicas que se desprenden del uso del espacio público y privado en los conjuntos habitacionales, así como de los aspectos a considerar a este respecto, mediante la integración de los campos de estudio de las ciencias sociales, la arquitectura y la psicología ambiental. De esta forma, el objetivo parte de orientar socialmente la creación de espacios habitacionales y apoyar el continuado esfuerzo por alcanzar mejores niveles de bienestar:
.. la calidad de vida está determinada por una serie de factores, entre ellos la posición que ocupa uno en relación con el otro en la sociedad, y esto a su vez está determinado por los valores internalizados y las experiencias sociales que varían según los antecedentes y las expectativas culturales (Garduño y Calderón, 2012, p.17, 18).
Las propuestas de los espacios habitacionales, se ubican en un lugar estratégico, al definir los atributos del espacio residencial y auspiciar algunas formas de habitar, por tanto el fortalecimiento de su campo de actuación, ha de enfocarse al mayor conocimiento de los aspectos humanos y situarse en el ámbito de la responsabilidad social. Una condición análoga a la concepción social del espacio habitable, a partir del entendimiento de los rasgos distintivos de cada tipo de usuarios, en busca del desarrollo humano integral como lo expresa el Programa Regional de desarrollo: “Una vivienda es el espacio físico social capaz de albergar las prácticas cotidianas de todos sus habitantes, como expresión de su cultura y en condiciones de habitabilidad favorables” (Programa Regional, 2007-2009, p.6). Lo cual coloca el tema de la satisfacción residencial como una cuestión multidimensional, en donde las características físico-espaciales y las dinámicas sociales son dos matices de una misma realidad.
En suma, el espacio habitacional, comprende aspectos espaciales y sociales, conformados por la casa, su entorno urbano inmediato y los factores resultantes de la interacción entre sus habitantes: "Se puede hablar de tres niveles de análisis distintos a la hora de abordar una definición de ambiente residencial: la casa, el barrio y los vecinos, siendo esta última la dimensión social que subyace a los otros dos” (Amérigo en Aragonés et al., 2009, p.174). En tal sentido, el ambiente residencial, es aquel donde confluyen las características arquitectónicas y urbanas del desarrollo habitacional y las relaciones sociales acontecidas en el espacio a partir de las actividades cotidianas de sus habitantes: “Por ambiente residencial, se entiende no sólo la vivienda en sus estrictas dimensiones, sino también el espacio próximo ---físico y moral--- donde ésta se ubica y donde el sujeto realiza gran parte de sus actividades cotidianas” (Amérigo en Aragonés et al., 2009, p.174). Se alienta a tomar en cuenta estos aspectos, del espacio residencial en relación directa con las características valoradas por sus habitantes.
La vivienda cumple con muchas funciones tales como proporcionar abrigo y seguridad al grupo humano que la habita. Pero hay otras, de carácter subjetivo, que difícilmente pueden ser válidas y aceptadas por cualquier grupo social (Connolly, 2006, citado en Cervantes y Maya, 2006, p.2).
Dinámicas Sociales del Espacios Habitacional
La teoría señala, la necesidad de diseñar espacios habitables, pensados para atender integralmente las necesidades físicas y psicológicas de sus moradores, en las cuales se ha profundizado a través del campo de la psicología ambiental. De acuerdo con lo cual, el usuario del espacio interpreta las variables presentes en el ambiente y determina si hay una identificación con los mismas:
El primer nivel de esta interacción global con el ambiente es vivido en términos de valoración personal, igualmente global y de conjunto de ‘señales’ que permiten comprender cada lugar en función de distintas variables que resultan relevantes para el sujeto: el valor del estatus social de un barrio, la funcionalidad dominante del mismo, el tipo de pobladores urbanos del barrio, etc. (Corraliza en Aragonés et al., 2009, p.59).
A la par de este razonamiento, la vivienda y su entorno inmediato deben observarse de manera conjunta como una unidad en donde intervienen múltiples factores físico- espaciales y socio-humanos, los cuales se desarrollan a partir de las correlaciones surgidas entre la casa propia, la del otro, el lugar donde se encuentran y la cultura. Desde este ángulo, los espacios públicos y semipúblicos, son de los contextos más sensibles a considerar en el ámbito residencial, debido a que en estos, confluyen las fronteras espaciales y sociales de un grupo de habitantes. Es decir, se encuentran en el ambiente la individualidad, la comunidad y el lugar donde residen, para configurar el contexto socio-espacial, cuyo adecuado manejo requiere poner especial atención en las diferencias y coincidencias entre los individuos de los diversos grupos sociales, para no lesionar las relaciones establecidas entre estos y su entorno.
Bajo este criterio, el contexto físico y social donde se encuentra la vivienda, abre paso a la privacidad y la demarcación del territorio como dos cuestiones a considerar en el estudio de las condiciones de habitabilidad. Un aspecto que en el ámbito residencial se palpa en los mecanismos de control, fijados a través del establecimiento de ciertos límites marcados con respecto al uso y posesión del espacio. Un tema tratado por la psicología ambiental desde el concepto de “espacio defendible":
Gifford (1987) define la territorialidad como un ‘patrón de conductas y actitudes sostenido por un individuo o grupo, basado en el control percibido, intencional o real de un espacio físico definible, objeto o idea y que puede conllevar la ocupación habitacional, la defensa, la personalización y la señalización de éste (Gifford, 1987 y Altman, 1975, citados por Valera y Vidal, en Aragonés et al., 2009, p.136).
En esta línea, las cuestiones sociales se conjugan con las características del espacio y promueven algunas de las condiciones ambientales (favorecedoras o adversas) para las relaciones vecinales: "El diseño físico y la ubicación de la vivienda influye en los vínculos y patrones de interacción de los vecinos (Brown y Werner, 1985, citados por Amérigo en Aragonés et al,. 2009, p.179). Esto, sin dejar de observar la influencia en este campo, de otras variables relativas a la cultura, costumbres, estilos de vida o contexto del grupo social en cuestión. En este orden de ideas, tanto las relaciones vecinales, el sentimiento de comunidad, como la territorialidad, hacen referencia al apego al lugar como parte de la identificación de los individuos o grupos con el ambiente residencial donde habitan y a los mecanismos para ajustar el nivel de intimidad con el otro, como lo marca la psicología ambiental con respecto a las tres aproximaciones conceptuales a considerar:
Brown y Werner (1985) señalan que los trabajos a este respecto se agrupan en tres aproximaciones conceptuales: la cohesión vecinal, el apego al lugar - en el sentido del papel que juega un lugar en el auto concepto de un individuo o grupo- y, finalmente, el estudio de la territorialidad en el ámbito residencial. Es decir, los comportamientos orientados a regular la intimidad en el sentido de permitir un grado de apertura mayor o menor de la misma (Amérigo en Aragonés et al., 2009, p. 179).
Las relaciones vecinales, son consideradas como un aspecto a tratar en el estudio las dinámicas sociales del ambiente residencial, mediante la ponderación de la correlación entre el tipo de conjunto habitacional, los atributos del entorno, la similitudes en los perfiles de sus habitantes y los límites físicos y personales: “La psicología social recurre a conceptos básicos de la psicología ambiental como intimidad, espacio personal, territorialidad, etc. Como variables intervinientes en los procesos de interacción interpersonal” (Amérigo y Aragonés en Aragonés et al., 2009, p.71). Estos puntos a tratar con respecto a la interacción social, refieren la importancia de la identificación de los individuos o grupos con el ambiente y entre los habitantes, como mecanismos para ajustar los niveles o formas de convivir.
Desde este ángulo, algunas investigaciones, relativas a la organización espacial del ambiente residencial hacen referencia al apego al lugar y el sentido de identidad de los moradores de un espacio habitacional, con base en la configuración del espacio. Un ámbito donde resulta significativo el esquema de la traza urbana del entorno inmediato a la vivienda, en donde conforme a algunas investigaciones, las calles cerradas o sin salida, favorece el apego al lugar por la privacidad proporcionada, a diferencia de las calles conectadas al exterior donde no se da tal condición:
Al comparar el grado de apego al barrio en dos disposiciones distintas de viviendas; ubicadas en una calle sin salida… y otras a lo largo de una calle que sí poseía salida a otras zonas. El apego al barrio fue mayor en la primera ubicación resultando confirmada la hipótesis de que el diseño físico y la ubicación de la vivienda influye en los vínculos y patrones de interacción de los vecinos (Brown y Werner,1985 citados por Amérigo en Aragonés et al., 2009, p.179).
En este escenario, se advierte como la delimitación del territorio, no solo proporciona privacidad, sino que, también genera identidad y sentido de comunidad entre sus habitantes. Por tanto, la actual concepción del espacio habitacional cerrado, se encuentra ligada por un lado a la oferta inmobiliaria y por otro a la necesidad de delimitar el espacio propio físico y social,para definir el territorio de un determinado segmento de la población:
Al respecto, Sonia Roitman (2011), en su investigación titulada: "Distinción social y hábitat residencial en América Latina" departe sobre los cambios generados en la configuración actual de la ciudad a través de la preferencia y proliferación de desarrollos de vivienda cerrados, las cuales se han venido gestando tiempo atrás:
Si bien las urbanizaciones cerradas no son un elemento nuevo en el paisaje urbano, y algunas ciudades de América Latina ya contaban con este tipo residencial en la primera mitad del siglo XX, la característica más sobresaliente en la actualidad se relaciona con su desarrollo y establecimiento dentro del mercado inmobiliario como un producto exitoso, y buscado por varios grupos sociales (Roitman,2011,p.21).
Así mismo, se advierte la influencia de la inseguridad en la creación de este tipo de conjuntos habitacionales privados: "EL aumento de la inseguridad urbana y la sensación de miedo han impulsado el desarrollo de urbanizaciones cerradas en muchas ciudades latinoamericanas" (Roitman,2011,p.17). Por tanto, se vislumbra la importancia de conocer las razones a partir de las cuales, se promueven determinados tipos de entornos residenciales, para identificar las motivaciones de los diferentes grupos sociales, como es el caso de la seguridad: "En este esquema se señala la repercusión de las nuevas propuestas habitacionales ofertadas para el segmento medio y alto, en la búsqueda de seguridad en la configuración urbana", una preferencia canalizada por la exclusividad y el control de acceso a los condominios de vivienda: "...las clases media-altas y altas han tendido a concentrarse, en las últimas dos décadas, en las llamadas ‘urbanizaciones cerradas" (Roitman,2011,p.21). Al respecto, serán los aspectos concernientes a las características del espacio y las preferencias del grupo social en cuestión, los cuales definan los atributos valorados en cada caso en particular:
Finalmente, es importante mencionar que sería posible hablar de la homogeneidad que tienen los residentes de urbanizaciones como grupo social. Es decir, si bien existen diferencias en cuanto a edades, niveles culturales y educativos, valores, religiones, etc., parecería posible considerar a los residentes de urbanizaciones cerradas como un grupo homogéneo si se lo compara con la estructura social en su conjunto (Roitman,2011,p.30).
En este sendero, es de considerar, como al no optar por construir una casa propia, se elige del parque de vivienda aquella cuyo diseño se ajuste en mayor medida a las necesidades, expectativas y capacidad adquisitiva de sus futuros moradores. En relación a lo cual, los habitantes de los conjuntos habitacionales cerrados, dirigen sus expectativas a ambientes con control de acceso y vigilancia: "Se trata de áreas residenciales con un perímetro cerrado por bardas, muros o rejas, con acceso restringido por barreras de seguridad o por guardias que controlan el ingreso de residentes, trabajadores y no residentes" (Roitman,2011,p. 24). Todas ellas, características orientadas a la obtención de privacidad, seguridad y regulación en el espacio en donde se encuentra ubicada la vivienda, así como a la definición del contacto con el exterior.
En lo relativo a la seguridad, en los espacios habitacionales, Nuñez, Torconal, Heríqez, (2012 en su estudio cuantitativo "Determinantes individuales y del entorno residencial en la percepción de seguridad en barrios del Gran Santiago,Chile", hacen alusión a la importancia de las relaciones entre vecinos y la percepción de seguridad: "La percepción de seguridad en los entornos residenciales más inmediatos se nutre de diversos factores tanto personales como del territorio y de las relaciones sociales entre vecinos" (Nuñez, Torconal, Heríqez, 2012, p.87). Un patrón donde se revela la función de la territorialidad y la comunidad, en la atención de las necesidades humanas de pertenencia y seguridad.
Entre los factores involucrados, esta apreciación, identifica la imagen del entorno habitacional, los lazos ente sus ocupantes y las experiencias vividas, como puntos a contemplar en la valoración del temor al delito. Se advierte la configuración y estado del espacio como un elemento, promotor de la sensación de inseguridad, ya sea por el accesibilidad visual del conjunto, el estado de la construcción, la limpieza, el abandono o la ausencia personas conocidas:
...la literatura señala que los espacios poco cuidados con señales de desorden físico, falta de iluminación adecuada, así como espacios públicos que no permiten la visibilidad afectan los niveles de temor al delito de las personas, pero más importante que ello es la influencia de los lazos sociales entre vecinos" (Nuñez, Torconal, Heríqez, 2012, p.94).
La presencia del medio al delito se incrementa con las experiencias personales o actos delictivos ocurridos a otras personas. De ahí, la importancia de profundizar en las relaciones suscitadas entre el hombre y su entorno físico y social, en donde los habitantes de un espacio habitacional interactúan entre sí y con los habitantes de la ciudad, estableciendo ciertos límites y protección ante las conductas esperadas:
Si bien hay ciertos matices entre las definiciones de percepción de in/seguridad ciudadana y miedo y temor al delito, todas ellas intentan dar cuenta de las reacciones emocionales afectivas y sus correlatos conductuales ante la imposibilidad de ser objeto de un ataque a la integridad física en la vía pública o en el hogar, que la propiedad privada sea violentada y/o extraída, o de que otras personas sufran experiencias de esta índole (Nuñez, Torconal, Heríqez, 2012, p.92,93).
En esta línea, se acentúa la sensación de seguridad, particularmente en los entornos conocidos o de mayor control: "En general, el temor es menos importante cuando se trata de ámbitos socio-demográficos sobre los cuales el sujeto tiene un contacto más directo y prolongado-hogar y barrio-." (Nuñez, Torconal, Heríqez, 2012, p.96). Un acercamiento, donde se palpa la influencia positiva de los espacios identificados como propios, en la percepción de seguridad por parte de los usuario de un determinado ambiente.
Por tanto la vivencia del espacio habitacional transita de los aspectos físicos definidos por las características del conjunto o barrio al terreno de lo social, en donde se ponderan; la delimitación del territorio y la búsqueda de privacidad, la percepción de comunidad y la heterogeneidad de los usuarios, la percepción de inseguridad y el medio al delito; como aspectos a observar en la interacción social de los conjuntos habitacionales de nivel medio.
El planteamiento gira en torno al diagnóstico de las diferentes escalas del ámbito residencial, identificadas como el espacio de la vivienda, el entorno inmediato y su contexto, para promover la consonancia entre el bien y su uso, desde la disposición del espacio y los estilos de vida de los habitantes. Queda así manifiesto el papel del diseño arquitectónico, en la obtención de la calidad de vida esperada, con base en el análisis de las motivaciones, preocupaciones, costumbres de los habitantes.
La metodología se define de orden cuantitativo (explicativo), no experimental y transversal, con el propósito de mostrar la relación existente entre las necesidades de habitabilidad y las características arquitectónicas de la vivienda. Para tal efecto, se realizó el estudio de caso de los conjuntos habitacionales nivel medio, denominados “Coto 1” y “Coto 2”, del municipio de Zapopan, Jalisco. Ello mediante un cuestionario estructurado aplicado en las viviendas habitadas en ambos cotos.
El tratamiento estadístico es multifactorial de distribución de frecuencia, para encontrar el valor de las variables estadísticas mediante el número de veces que se observa dicho valor o el número de casos clasificados en la clase definida por éste. Así mismo, se cálculo la media aritmética, dado su rigor matemático y la simetría entre las distribuciones. Por último, se manejo por un lado la tabulación simple para expresar la relación entre los datos numéricos de variables particulares y por otro la tabulación cruzada para obtener la distribución común entre dos o más variables.
Resultados:
En este esquema, el valor otorgado al conjunto habitacional en referencia a las características del espacio (seguridad, privacidad, belleza, limpieza) y los aspectos relacionados con la interacción social (tranquilidad, limpieza) se encuentra una correlación entre el nivel de satisfacción y los valores identificados en el entorno.
Interacción Social. En los elementos del entorno, existe una correspondencia entre las características del espacio y la interacción social de una comunidad de residentes. Un ámbito, donde interactúan la privacidad, la territorialidad, la jerarquización del espacio , los usos esperados en cada uno de ellos en torno a las costumbres y estilos de vida de los habitantes y la percepción de seguridad. En este tenor, las amenazas a las cuales se sienten expuestos los residentes proporciona elementos para visualizar la calidad del ambiente y los tipos de problemas detectados.
Se identifican como las mayores amenazas a las cuales se sienten expuestos los habitantes, en el Coto 1 el riesgo de accidentes en un 2.2% y en el Coto 2, asaltos en un 6.4 %, alcoholismo y drogadicción en un 3.6% y robos en un 3.2 %. A través de lo cual, se percibe una amplia diferencia entre ambos cotos.
Tipo de hogar e interacción social. es de observar la relación existente entre el tipo de hogar y la convivencia con los vecinos, es decir, si la homogeneidad o la heterogeneidad de la composición de hogares favorece (o no) este aspecto. Se revisa el porcentaje de convivencia con los vecinos en referencia al porcentaje correspondiente a cada tipo de hogar identificados como: unipersonal (o integrado por el jefe de hogar), nuclear (o compuesto por padres e hijos), ampliado (o integrado por la familia más otros parientes), compuesto (o formado por un hogar nuclear o ampliado con personas sin parentesco con el jefe de familia) y corresidentes (conformado por el jefe de hogar y otras personas sin parentesco con éste).
Tabla 1 Interacción social y Convivencia de los vecinos y tipo de hogar, C1 y C2 (Navarro V., 2013, p208. )
El análisis de los datos, muestra cómo el tipo de hogar donde se da una mejor convivencia con los vecinos, al hogar nuclear en ambos cotos. De acuerdo con lo cual los hogares nucleares del Coto 1 reportan tener una buena convivencia con los vecinos en un 54.88% y el no convivir bien con los vecinos en un 24.39%, en tanto que en el Coto 2 se menciona convivir bien con los vecinos en un 43.48% y el no convivir bien con los vecinos en un 36.96%. Un resultado donde se confirman, en este tipo de hogar, mejores condiciones para la interacción social en el Coto 1, así como un ambiente menos favorable para la buena convivencia entre vecinos en el Coto 2.
Conclusiones
Con base en esta reflexión y para dar seguimiento a la concepción del espacio a partir de la relación entre el medio ambiente construido y las dinámicas sociales de sus habitantes, la integración entre la arquitectura y las ciencias sociales, permiten ajustar de manera más concreta los aspectos concernientes al estudio del ambiente en atención a la experiencia del usuario en el espacio y la calidad de vida esperada.
En este plano, las indagaciones colocan la seguridad y control del ambiente residencial, como las principales motivaciones, para elegir espacios habitacionales cerrados. Una situación cuyo origen se localiza en las actuales condiciones de inseguridad del entorno urbano y hace alusión, a través del miedo al delito, a la necesaria protección de la integridad de los seres humanos. Aunado a esto, se observa la relevancia de la semejanza en la cultura y costumbres de los habitantes para minimizar los conflictos y amenazas a los que se sienten expuestos los residentes de este tipo de desarrollos de vivienda. De esta forma se registran como las características más valoradas del espacio habitacional: la privacidad,, la tranquilidad, la limpieza y la seguridad, las cuales dan fe de algunos de los aspectos a tomar en cuenta en las interrelaciones entre el hombre y su entorno..
En sintonía, se asienta la necesidad de actualizar y abordar de manera integral los requerimientos físicos y sociales del hábitat, mediante el profundo análisis de las características del entorno y las expectativas tangibles e intangibles de sus moradores, para tener una aproximación más cercana a la realidad. Se trataría por tanto, de identificar las necesidades sociales- ambientales, encausadas por el contexto y el momento en donde se originan, para poder concertar las bases del proyecto arquitectónico.
En esta dirección, ajustar las distintas forma de entender la calidad de vida, desde la valoración de las motivaciones y necesidades humanas, inserta un nuevo orden en la comprensión del medio ambiente construido y la lectura de las dinámicas sociales, donde se gestan los procesos de identidad y se establecen las propias categorías en el entorno.
Bibliografía
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